3 de enero de 2010

2009-12-29 Llegada a Nairobi

Comencemos. Lo primero de todo, una recapitulación de los días que llevamos aquí. El 29 de diciembre llegamos a Nairobi, al aeropuerto Jomo Kenyatta, que es el más grande de Kenia, el que más afluencia de viajeros tiene. Sin embargo es como de capital de provincia: sales de la zona internacional y te encuentras con una sala diáfana, de más o menos 50 metros por diez metros, circundada por las típicas oficinas de cambio, bancos, mostradores de compañías aéreas y, esto único, varias compañías de safaris que, al ver la palidez del rostro, presurosos vienen a ofrecerte sus servicios (que todavía no sé en qué consisten, aparte de conseguirte un taxi de confianza, o mejor dicho de presunta confianza). También te encuentras al salir de la zona restringida un aluvión de conductores con cartelitos con nombres de personas, de hoteles y de las ya nombradas empresas de safaris.

Después de esperar en vano al conductor que presuntamente nos enviaba la Universidad, como media hora o tres cuartos, cogimos un taxi de confianza de una empresa de safaris y nos fuimos hacia nuestro destino. Trayecto de tres cuartos de hora, sin mucho tráfico ni poco, atravesando la cuidad. No es bonita pero sí rara. Pasamos por el downtown y allí hay un gran parque rodeado de varios rascacielos. El camino muy interesante: las carreteras bastante malas y los coches bastante viejos, todo como en las escenas de una peli ochentera de terroristas o mercenarios o unas de ésas. Un montón de gente caminando por la calzada sin el más mínimo cuidado. Ni preocupación. No parece que los atropellos hagan mucha mella.

En el trayecto nos encontramos con unas puertas en la autopista en honor de la amistad entre Kenia y China, que está haciendo unas inversiones tremendas en East África (o séase, Kenia, Tanzania, Mozambique, Madagascar y seguramente Zimbabwe, más otros países africanos), mojándole la oreja a Occidente. Otra vez. De esto volveré a hablar.

También durante el traslado nos sobrevoló un pájaro enorme, mezcla de cigüeña y buitre, la mar de feo, que luego vimos que plagaba la ciudad, Universidad incluida. Y nos enteramos del nombre: marabú. Y siguiendo con la ruta, la salida del downtown la forman unas calles informes y con el asfalto irregular, con grietas y socavones, repletas de coches en una circulación caótica. Nos incorporamos a algo de que se parece bastante a una autovía rodeada de colinas verdes, con prados y bosques de un verde intensísimo. Llovió ligeramente y la humedad se notaba en el ambiente. (Nota: el olor es bastante acre pero creo que no provocado por la vegetación sino más bien por el suelo arcilloso oscuro y pegajosísimo).

Después de atravesar unas obras faraónicas de una gran autopista (pagada por los chinos) se coge el desvío a la Universidad. En este desvío hay un enorme hotel, exagerado hasta decir basta que, según nos dijeron, también es de construcción china.

La carretera que lleva a la Universidad es, creo, zona residencial y está enmarcada por una vegetación exuberante de las fincas circundantes. Por lo visto aquí viven gentes de dinero, principalmente si no únicamente extranjeros. Un par de kilómetros o tres después está la entrada al Campus, una gran puerta con valla electrificada y varios guardias custodiándola. Guardias desarmados pero con unos uniformes azules mahón adornadísimos. Uno de los guardias acompañó al taxi, con nosotros dentro, claro, hasta los alojamientos.

Por la tarde después de acomodarnos en nuestra nueva vivienda, fuimos al centro con J., que es nuestro contacto, cicerone, valedora y amiga, y que nos está haciendo mucho más fácil el aterrizaje en estas tierras extrañas. Pues bien, fuimos al centro con el conductor de la Universidad (el que no fue a recogernos). Una vez allí, J. nos dejó comprando en un supermercado un tanto peculiar: es como una tienda de chinos en España pero en grande. De hecho no me extrañaría que hubiese chinos de por medio, aunque desde luego como dependientes no están.

Al cabo de una hora u hora y media, volvimos con el conductor a la Universidad y se nos hizo de noche en la carretera. Y eso sí es un espectáculo dantesco, en cuanto al desastre en la circulación se refiere. Pero de eso ya hablaremos.

Y la primera jornada en África, en Kenia, en Nairobi, terminó.

2 comentarios:

Joseph Kabamba dijo...

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Bienvenidos a Áfica.
Atentamente

Joseph Kabamba

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DYN dijo...

Muchas gracias, Joshep. Para cualquier cosa puedes escribirnos al correo descubriendoafrica@gmail.com

Un saludo