27 de enero de 2010

La ropa y el Islam

Debo advertiros de que a partir de ahora escribiremos entradas por separado. Es decir, en principio, Natalia escribirá sus impresiones sobre Kenia y yo las mías, y cuando nos parezca que debemos hacerlo juntos, así lo haremos. Así que comienzo con mis propias impresiones.

Y hoy quiero hablaros sobre la ropa que usan aquí. En el caso de los varones, la mayoría va con pantalones de pinzas y camisa. Y digo la mayoría porque hay algunos que van con traje (que generalmente les quedan enormes). Aun no he visto ni a un solo keniata llevar pantalón corto: eso sólo lo llevan los escasos blancos con los que ocasionalmente te cruzas. Además, muchas veces las camisas son de manga larga y, aunque haga un calor de morirse, nunca llevan las mangas remangadas: siempre perfectamente abrochadas en la muñeca.

También te encuentras a menudo con gente que va con jersey, chaqueta o abrigo a 30º y a pleno sol. Y a eso, de verdad, no le encuentro sentido. Vale que por la mañanita, cuando salieron de su casa al trabajo o al no-trabajo, pudiese hacer fresco, y vale que no tengas oportunidad de dejar tu jersey, chaqueta o abrigo en ningún lado. Pero según va subiendo la temperatura ¿no sería más lógico quitarte las prendas de abrigo y llevarlas en la mano? Pues no: los ves bien abrigaditos mientras tú se asas de calor (ya os digo, 30º, que también es calor para ellos).

En el caso de las mujeres, está perfectamente aceptado el uso de pantalón aunque sigue estando bastante más extendido el uso de falda. Tampoco ves pantalones cortos (también los llevan las blancas, y tan feos que parece que para venir a un país de éstos hay que disfrazarse) y, aunque alguna vez hay alguna chiquita y no tan chiquita keniata vestida de mujer de moral relajada, las faldas son prácticamente siempre por debajo de la rodilla.

A todo esto hay que sumarle las musulmanas (en Nairobi la comunidad musulmana casi siempre es extranjera: Somalia, Etiopía, Yemen, etcétera. Los keniatas musulmanes se concentran en la costa, antiguo dominio árabe, sultanato de Zánzibar, por ejemplo). Éstas van tapadas, claro, pero con ropa diversa: es común el vestido negro hasta los tobillos y con manga larga, y el pañuelo negro que sólo deja ver la cara. Pero tenéis que ver los modelitos: entallados, con bordados y pedrerías y otras fruslerías del estilo. Sí, vale, van tapadas, pero no parecen bolsas de basura. Luego también las hay que sólo llevan pañuelo, pero éstas son muy pocas y, generalmente, no son negras sino hindúes (o más correctamente musulmanes indias de la India). Y, por supuesto, hay musulmanas vestidas de ninja, o séase que sólo se les ven los ojos. En estos casos, la vestimenta suele ser de colores, nunca negra, y según creo son casi todas (y no son muchas) de Yemen.

El tema de los musulmanes aquí está siendo un poco complicado (como siempre). Resulta que los de la “religión de paz” no paran de armar bronca sobre cualquier cosa, exhibiendo un victimismo mayor que el que todos conocemos en España. Por ejemplo, hace una semana o dos hubo disturbios en la ciudad porque los musulmanes protestaban por la detención y deportación del imán jamaicano Al-Faisal (sí, como el príncipe saudí), valedor religioso de uno de los “joyitas” del 11-S y que ha apoyado públicamente el terrorismo musulmán. Vamos, un cielo el hombre. Pues bien, la protesta en cuestión se convirtió en una batalla campal, porque que los musulmanes protesten pacíficamente es como decir que el agua no moja o que el sol no brilla. El caso es que los keniatas se andan con pocos miramientos: en dos redadas fueron detenidos un total de 1.100 somalíes (porque, por cierto, son los que dan mayores problemas en Kenia), incluidos cuatro parlamentarios del no-Estado de Somalia.

Volviendo a la vida normal, aquí se regatea, como os dije, todo en todos los lados (menos en los supermercados). En una tienda normal sería de pardillos pagar el precio que te dicen (es decir, turistas, que son los más pardillos en Nairobi). Así, he hecho mis primeros pinitos en tiendas normales. Aunque tengo que mejorar la técnica, la cosa es simple: les dices que es muy caro, bajan el precio, les dices que es muy bonito el objeto que vas a comprar y les propones un precio aun menor, ellos bajan otra vez el precio y más o menos lo puedes comprar por la mitad del precio inicial. Insisto en que hay que mejorar la técnica, pues me da la impresión de que se puede comprar aun más barato. Ya os contaré.

Y por el momento os dejo y pronto os contaré otras curiosidades del país, como ciclistas cojos y otras cucadas.